Pantallas y niñez: el vínculo invisible con los problemas emocionales

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En plena era digital, el uso de dispositivos electrónicos se ha convertido en una constante desde edades cada vez más tempranas. Pero una nueva alarma se enciende entre pediatras, psicólogos y educadores: los niños que usan en exceso las pantallas tienen más problemas de conducta y emocionales, según un estudio reciente.

Ya no se trata solo del tiempo frente al televisor o el celular, sino del impacto profundo que tiene la sobreexposición digital en el desarrollo cerebral y emocional de los menores.


¿Qué revelan los estudios?

Los datos indican que los niños que usan en exceso las pantallas —más de dos horas diarias fuera del entorno escolar— tienen una mayor probabilidad de presentar:

  • Irritabilidad constante
  • Déficit de atención
  • Trastornos del sueño
  • Dificultades para socializar
  • Baja tolerancia a la frustración

Además, algunos investigadores advierten que la dependencia de estímulos digitales rápidos podría estar alterando la forma en que los niños procesan emociones y regulan su comportamiento.


La edad crítica: 0 a 6 años

Durante los primeros seis años de vida, el cerebro está en un proceso de desarrollo acelerado. Es en esta etapa donde el juego libre, la interacción humana y el contacto con el entorno físico son insustituibles.

Cuando los niños que usan en exceso las pantallas sustituyen estas experiencias esenciales por el consumo pasivo de contenido digital, se limitan conexiones neuronales clave para su desarrollo emocional, cognitivo y social.


Consecuencias emocionales y sociales

La sobreexposición a pantallas no solo afecta la conducta; también se ha vinculado con síntomas de ansiedad, aislamiento, tristeza e incluso agresividad. Algunos expertos explican que los niños acostumbrados a recibir gratificación inmediata por medio de videos o videojuegos, desarrollan menor tolerancia a la espera y mayores niveles de frustración cuando deben lidiar con la vida real.


¿Qué pueden hacer los padres?

Si bien vivimos en un mundo digitalizado, hay estrategias prácticas que ayudan a equilibrar el uso de tecnología:

  • Establecer límites de tiempo diarios de uso de pantallas
  • Priorizar actividades al aire libre y en familia
  • Fomentar el diálogo y el juego físico
  • Evitar el uso de pantallas antes de dormir
  • Ser un modelo de consumo responsable de tecnología

Pantallas sí, pero con inteligencia

Los niños que usan en exceso las pantallas están más expuestos a una cascada de consecuencias emocionales y conductuales que muchas veces pasan desapercibidas hasta que se manifiestan con fuerza. Por eso, la clave no está en prohibir, sino en educar, acompañar y moderar.


En un mundo donde las pantallas ya forman parte de la vida cotidiana, el reto es formar usuarios conscientes desde la infancia, capaces de usar la tecnología sin que esta los consuma a ellos.

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