Woody tenía un lado oscuro: el guion original de Toy Story que casi destruye al vaquero
Desde su estreno en 1995, Toy Story se convirtió en un referente del cine animado. Su tono cálido, su humor inteligente y la conexión emocional entre juguetes conquistaron al público. Pero lo que casi nadie imagina es que, en su primera versión, la película era mucho más oscura. El guion original de Toy Story mostraba a un Woody radicalmente distinto: manipulador, arrogante y con un carácter tan tóxico que estuvo a punto de arruinar por completo al icónico vaquero.

El Woody que Disney rechazó de inmediato
En el primer borrador, Woody no era el muñeco noble y valiente que todos conocemos. Era un muñeco ventrílocuo de personalidad agresiva, sarcástica y dominante. No tenía el más mínimo interés en proteger a los juguetes ni en fortalecer la convivencia con Andy. Su único objetivo era mantener su lugar como el favorito.
Cuando Pixar presentó esta versión a Disney, la reacción fue de sorpresa y preocupación. El personaje no generaba empatía; al contrario, resultaba antipático, incluso desagradable. Este Woody no tenía vulnerabilidad, ni sentido del compañerismo, ni un arco emocional. Era un líder por imposición, no por cariño.
Una rivalidad tóxica que arruinaba la historia
La llegada de Buzz Lightyear, en el guion original de Toy Story, no detonaba un conflicto emocional creíble, sino una rivalidad destructiva. Woody no sentía celos “humanos”; simplemente veía a Buzz como una amenaza a su poder. Incluso intentaba deshacerse de él de maneras abiertamente crueles para no perder su posición.

Esa dinámica, lejos de ser divertida, cargaba la historia de un tono demasiado adulto. El humor se volvía cínico, los diálogos eran hostiles y la trama avanzaba hacia un ambiente incómodo. La película parecía diseñada para un público completamente distinto al que finalmente conquistó.
El punto crítico: Disney estuvo a nada de cancelar el proyecto
El problema era tan grave que los ejecutivos de Disney advirtieron que la película no funcionaría. Sin un personaje central con el que el público pudiera conectar, la historia se desmoronaba. El riesgo era enorme: la producción podía congelarse, y la colaboración entre Disney y Pixar peligraba.
Este momento crítico obligó a Pixar a hacer una pausa y reescribir el guion original de Toy Story desde cero. En un esfuerzo contrarreloj, el equipo replanteó a Woody por completo, dándole humanidad, inseguridades y un corazón auténtico. Pasó de ser un tirano a un líder imperfecto pero carismático.
El rediseño narrativo que salvó la película
El nuevo Woody era celoso, sí, pero también capaz de aprender, reconocer errores y demostrar afecto. Su amistad con Buzz surgía de un proceso emocional real, lo que permitió que la historia conectara con varias generaciones. La rivalidad se volvió divertida y significativa, no agresiva.
Esa reescritura no solo corrigió al protagonista: cambió el tono general de la película. Toy Story pasó de ser una historia amarga a un relato lleno de nostalgia, aventura y vínculos emocionales. Ese equilibrio entre humor y sensibilidad fue la clave del éxito.
El legado que casi no llega a existir
Pensar que una de las franquicias más queridas del cine casi desaparece por un primer borrador es sorprendente. Pero lo cierto es que el guion original de Toy Story estuvo muy cerca de convertir a Woody en un personaje difícil de querer. La decisión de rehacerlo fue lo que permitió que el público lo adoptara como un símbolo de liderazgo amable, crecimiento personal y amistad duradera.
Hoy, Woody es un ícono cultural. Y lo es precisamente porque su lado oscuro quedó atrás, enterrado en esas primeras páginas que nunca llegaron a la pantalla.