Campo de exterminio en Jalisco: el horror silenciado del crimen organizado

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INFLUENCER GTO. Un descubrimiento aterrador ha sacudido a México: un rancho en Teuchitlán, Jalisco, presuntamente utilizado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) como un centro de exterminio. En el sitio se encontraron restos humanos calcinados, hornos crematorios y cientos de zapatillas, huellas mudas de las víctimas de la violencia impune.

Este hallazgo, destapado por el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, revela la magnitud de la barbarie en la región y expone la inacción de las autoridades, que habían inspeccionado el lugar en 2024 sin advertir su macabro propósito.

Un rancho convertido en máquina de muerte

Ubicado en la ruta entre Guadalajara y Puerto Vallarta, el rancho La Estanzuela—también conocido como Izaguirre—fue mucho más que un punto de desaparición de personas. Testimonios sugieren que allí se entrenaban sicarios, muchos de ellos jóvenes reclutados con falsas promesas de trabajo, solo para ser sometidos a pruebas brutales con la amenaza de una muerte inminente.

En 2024, la Fiscalía estatal realizó una redada en el rancho tras la captura de diez presuntos delincuentes y el rescate de dos secuestrados. Se incautaron armas y se hallaron fragmentos óseos junto a un cadáver, pero la investigación quedó inconclusa. La negligencia permitió que el sitio siguiera operando hasta que en 2025 su horror fue completamente revelado.

Impunidad y negligencia: ¿quién responde?

El caso ha generado indignación a nivel nacional. La presidenta Claudia Sheinbaum lo calificó como un hecho «terrible» y sugirió que la Fiscalía General de la República (FGR) podría tomar la investigación. Sin embargo, las declaraciones del Fiscal de Jalisco—quien justificó la omisión de evidencias debido a la «amplitud del rancho»—han levantado dudas sobre la capacidad de las autoridades para impartir justicia.

Mientras el Estado mantiene su pasividad, son los colectivos de búsqueda los que han asumido la tarea de documentar y exigir justicia para las víctimas.

El reclutamiento forzado: otra cara del terror

El CJNG ha perfeccionado sus métodos de captación de jóvenes, atrayéndolos con anuncios de empleo falsos solo para someterlos a entrenamientos despiadados. Quienes intentan escapar, terminan ejecutados.

Luis, un sobreviviente de un campo similar en Tala, Jalisco, relató la brutalidad del régimen:

«Nos golpeaban todo el tiempo. Nos dividían en nuevos, seminuevos y viejos. Si dormías antes de las 12, te castigaban con disparos de gotcha o te mataban. Nos hacían ver cómo mataban a los que intentaban huir.»

Una región bajo el dominio del CJNG

La influencia del cártel en la zona de Jalisco y sus alrededores ha sido ampliamente documentada. Reportes filtrados por el colectivo Guacamaya señalan que la región estaba bajo el control de Gonzalo Mendoza Gaytán, alias El Sapo, un lugarteniente cercano a El Mencho.

Testimonios de víctimas refieren que El Sapo ordenó el asesinato de 14 jóvenes en 2019, solo por expresar su deseo de abandonar el entrenamiento forzado. Las ejecuciones fueron brutales:

«Nos obligaron a pelear entre nosotros, eliminando a los que caían. A los que quedábamos, nos hicieron arrastrar los cuerpos hasta los elotes y quemarlos.»

El término «echarlos a los elotes» se ha convertido en una escalofriante referencia a las incineraciones masivas de víctimas.

¿Se hará justicia esta vez?

El descubrimiento del rancho La Estanzuela es solo la punta del iceberg en una crisis humanitaria de desapariciones, violencia y reclutamiento forzado. La pregunta sigue en el aire: ¿actuarán esta vez las autoridades o el caso será nuevamente relegado al olvido?

Mientras tanto, colectivos como Guerreros Buscadores de Jalisco siguen alzando la voz y arriesgando su seguridad para dar a conocer estas atrocidades. La exigencia de justicia no es solo para las víctimas de este caso, sino para todos los desaparecidos de un país que enfrenta una crisis de violencia sin precedentes.

El horror no puede seguir siendo ignorado.

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