Calles bajo el barro: vecinos denuncian caos por lodo arriba de la rodilla tras intensas lluvias
Tras las lluvias más recientes, varias colonias del país quedaron prácticamente sepultadas bajo el barro. Calles intransitables, autos varados y familias caminando con el agua al muslo se convirtieron en escenas cotidianas. En algunos puntos, el lodo llegó a cubrir casi media pierna, provocando daños materiales y descontento social.
Vecinos de distintas zonas aseguran que el problema no es nuevo. Cada temporada de lluvias, las calles se llenan de fango, y los mismos puntos críticos se inundan. La causa, afirman, está en la falta de mantenimiento de los drenajes y la ausencia de obras preventivas.
Barro, frustración y calles colapsadas
“Para ir al trabajo tengo que usar botas de hule, el pavimento desapareció”, cuenta Rosa, habitante de una colonia afectada. Su testimonio refleja lo que viven cientos de personas que deben cruzar avenidas cubiertas por una mezcla espesa de agua y tierra.
Los automovilistas también enfrentan el caos: motores dañados, llantas atascadas y tráfico paralizado. En muchas zonas, el barro alcanzó la altura de las rodillas, y no hay maquinaria suficiente para limpiar. “Nos sentimos olvidados. Solo vienen cuando ya pasó todo”, comenta un vecino.
Causas del desastre
Aunque las autoridades locales atribuyen la situación a lluvias atípicas, especialistas en infraestructura urbana señalan que los problemas son estructurales. Entre los factores principales destacan:
- Drenajes obstruidos por basura o sedimentos acumulados.
- Obras inconclusas o mal diseñadas que impiden el flujo natural del agua.
- Falta de mantenimiento periódico en rejillas y alcantarillas.
- Urbanización sin planeación, que elimina zonas naturales de absorción.
La suma de estos errores convierte cada tormenta en una crisis. Cuando el agua baja, lo que queda es una capa de lodo que cubre calles, banquetas y entradas de casas.
La vida entre el fango
En redes sociales circulan imágenes de niños caminando sobre tablones improvisados, adultos mayores ayudados por vecinos y automóviles completamente cubiertos de barro. Algunos vecinos han tenido que usar carretillas para transportar víveres o incluso sacar el lodo de sus hogares.
El impacto no solo es físico. Las pérdidas económicas son evidentes: negocios cerrados, transporte detenido y daños en viviendas. Además, médicos locales advierten sobre posibles infecciones y enfermedades derivadas del contacto con agua sucia.

Promesas que se repiten
Las autoridades prometieron limpieza intensiva y revisión del sistema pluvial. Camiones de desazolve y cuadrillas comenzaron a trabajar en algunos sectores, pero la población asegura que el esfuerzo es insuficiente. “Cada año pasa lo mismo”, dicen los vecinos.
Hasta el momento, el retiro del lodo que alcanzó la altura de las rodillas avanza lentamente. Los residentes exigen una solución definitiva y no solo operativos de emergencia.
Una lección que se repite con cada tormenta
Lo ocurrido deja en evidencia la fragilidad de muchas ciudades ante las lluvias intensas. El exceso de construcción, la falta de planeación y el abandono del drenaje provocan que el agua y el barro se apoderen del espacio público.
Mientras no existan planes sostenibles de infraestructura y prevención, la historia se repetirá: calles inundadas, colonias aisladas y ciudadanos sorteando el lodo cada temporada.
