MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA LÚDICA Y POLÍTICA DE LA COMUNIDAD LGBT+

INFLUENCER GTO. Lohengrin Martínez Flores. Se pueden contar más de 50 años de intensa organización social, de evolución del pensamiento, de celebración lúdica de la protesta, de encuentros y desencuentros con la sociedad y de permanente confrontación con el Poder, del movimiento LGBT+.
Al inicio de los años 70s, del siglo XX, en la CDMX, empezó a tomar forma un movimiento que tuvo su primera expresión pública el 26 de Julio de 1978. Era la movilización para conmemorar el asalto al Cuartel Moncada en Cuba por un grupo encabezado por Fidel Castro. Para entonces en Nueva York y los Ángeles las protestas por las redadas y en general por el constante acoso a la Comunidad ya cumplían 8 años, pues salían a la calle a recordar los sucesos de Stonewall en junio de 1969, cuando una redada policial atacó dicho lugar frecuentado por la comunidad gay.

Este inicio en México es también la primera acción política pública del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) y el punto de partida para la posterior consolidación del Grupo Lamda de Liberación Homosexual, pioneros, no solo de la organización social y política de homosexuales y lesbianas sino de la elaboración teórica. Eran también centros de debate, e instrumentaron las primeras acciones de comunicación política del Movimiento.
No quiere decir, que no haya habido otros esfuerzos, seguramente los hubo y dada la repulsión social existente y la fuerte represión del Estado. El movimiento está nutrido de una larga resistencia anónima, de grandes esfuerzos individuales y sociales y sobre todo de la solidaridad silenciosa, pero activa de las personas en la familia, la escuela y el trabajo. Con el tiempo esta resistencia, este debate íntimo le ha dado el vigor, la profundidad de pensamiento y la fuerza política que hoy tiene el Movimiento.
Más allá de la paradoja, de que la primera aparición en una protesta pública del FAHR haya sido incluyéndose en una manifestación de apoyo al régimen cubano que persiguió y reprimió brutalmente a lesbianas y homosexuales, la izquierda mexicana de la época fue el espacio político inicial dónde germinó el movimiento.
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Para el año siguiente el Partido Revolucionario de los trabajadores (PRT) y el Partido Comunista Mexicano (PCM) tomaron posición oficial frente al Movimiento, el PRT condenaba de manera frontal la represión y reivindicando el derecho a la sexualidad se lanzó a la organización política del movimiento, postulando a los primeras personas candidatas abiertamente Gay’s, de la historia electoral del país.

El PCM, por su parte hizo una definición de fondo sobre el derecho a la sexualidad, no existe una sexualidad capitalista o socialista y el Estado no tiene derecho a meterse en la intimidad de las personas, decían. El PCM, sin embargo, no tuvo una iniciativa política hacia la Comunidad, mantuvo solidaridad y relaciones fraternas.
Hoy, salvo algunas definiciones en la Declaración de Principios de Morena, diluidas por la práctica política, por lo menos ambigua del presidente López Obrador, y un vigoroso discurso contra la discriminación plasmado en la Declaración de Principios del PRI, que, sin embargo, enfrenta una práctica política dispareja en las regiones y no es una apuesta política nacional, los partidos políticos de México van, vergonzosamente a la Zaga del movimiento LGBT+. Caso aparte el PAN, que ha sido un adversario histórico de la diversidad sexual, manteniendo coherencia ideológica con una práctica política cada vez más mesurada.
Luego de la primera irrupción pública lo que se llamó el Movimiento de Liberación Homosexual se hizo presente en la vida pública: las expresiones culturales y políticas se fueron haciendo frecuentes, la diversidad sexual empezó a ser más visible, aunque enfrentó la ridiculización de los medios de comunicación que además, invisibilizaron a las lesbianas, como si al hecho de ser mujeres agregaran otro agravio.
Pero el impulso político fue acompañado de un despertar lúdico que se volvió un ingrediente de identidad, fue en principio una provocación pero, con el tiempo, se volvió una presencia natural, le dio imagen a la protesta, y es hasta ahora un referente del debate público. En la comunidad es motivo de discusión constante: se discute hasta el cansancio: ¿cuánta fiesta, cuánta política? Pero a pesar de todo ello me atrevo a decir que, la fiesta de la diversidad sexual, llevada a la calle como protesta por 43 años en nuestro país, es el mayor gozo político de nuestra vida pública.

EN LEÓN 12 AÑOS DESPUÉS
En este contexto, y con un cambio generacional, todavía a prueba, la marcha del Orgullo se celebró en León con un marcado énfasis político. Al cumplir 12 años de manifestación pública, Colores Rebeldes, el grupo convocante, hizo énfasis en lo político con un discurso casi didáctico, como reconociendo la necesidad de generar un pensamiento, que le de solidez al movimiento, y carta de naturalidad en el Bajío.
El reto de la nueva generación y de toda la comunidad será reconocer la historia del movimiento, construir su unidad política desarrollar el pensamiento y el discurso para pueda ser el motor de un cambio cultural en la sociedad leonesa. Tendrán que hacer política, alianzas y cuidarse del sectarismo y el oportunismo. Al salir a la calle, hacer un manifiesto público se comprometieron con la comunidad, con la inteligencia y la imaginación.
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